En los videojuegos, un bug puede arruinar la diversión, sacarte de la partida o incluso afectar la reputación de un título completo. Y todos sabemos que, cuando eso sucede, la magia del juego se pierde por completo.
Ahí es donde entra el QA, cuyo rol es mucho más importante de lo que a veces se imagina. No se trata únicamente de revisar que todo funcione, sino de cuidar la experiencia en cada detalle: desde que las mecánicas más sencillas respondan correctamente hasta que la inmersión no se rompa en ningún momento. El QA es quien se asegura de que el jugador viva la experiencia tal como fue soñada.
La calidad no surge por casualidad; se construye con pruebas, comunicación, empatía y, sobre todo, con muchísima pasión por los videojuegos. Hoy quiero invitarlos a mirar los bugs desde otra perspectiva: no como simples fallas, sino como recordatorios de por qué el QA es esencial para garantizar experiencias de juego realmente memorables.